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Algunos de los modelos de Versace que se pueden ver en la exposición del Museo del Traje |
En cada una de sus composiciones, en cada croquis, cualquiera podía percibir que, además de la estética, de los volúmenes y de la experimentación con estilos, Gianni Versace fue el ejemplo perfecto del modista que trascendía en artista. Este es uno de los mensajes que transmite la exposición 'XV años sin Gianni. Homenaje a Gianni Versace', que se inaguró este jueves en el Museo del Traje de Madrid y que permanecerá abierto hasta el 14 de octubre.
La muestra es una fusión entre arte y moda pues, a las 21 prendas e indumentaria del diseñador expuestas, hay que sumar 11 reproducciones escultóricas de la antigüedad que han sido cedidas por el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Una idea que refleja las influencias que tuvo Versace porque, "desde su infancia se sumerge en la literatura y arte clásico. Y esto se refleja en sus composiciones", según afirma Juan Gutiérrez, comisario de la exposición.
La muestra se narra a través de 11 ideas: Seducción, Latin Lover, Feminidad, Medusa, Asimetrías, Guerra y Templanza, De calle, Excesos Decorativos, Diosas de la Pasarela, Gladiadoras y Mediterráneo. Y cada una de ellas se corresponde con una etapa de la historia y tienen esa seña de identidad del artista, como la cabeza de medusa,
Esta reinterpretación de la antigüedad se observa en 'Cuerpo en malla metálica' (1982-83) y en 'Vestido en malla metálica' (1994-95). Ambas piezas reinterpretan el vestuario tradicional romano y simulan esa técnica tan habitual de la época llamada 'pliegues mojados'. Algo que el público puede contrastar con el relieve de 'La muerte de Aquiles' situado en medio de las dos prendas "el espíritu de la casa fue crear un estilo propio a partir de adaptar diferentes elementos de la mitología", explica Gutiérrez.
Un volver al pasado para darle otra lectura, tal y como se demuestra en otro de sus diseños, 'Vestido en punto de rayón y seda', con una clara referencia a la estatuaria clásica, algo que se percibe en los pliegues de la falda.
En 'cuerpo en sarga de seda y algodón estampado' (1991-92), una pieza que lució Noemi Campbell en un desfile, el modista traslada la esencia de Venus a su creación. Otra de las composiciones, 'Mono en tul de fibra sintética decorado con pedrería' (1991), simula ese abigarramiento con bisutería que recuerda a la época bizantina, es "ese lujo místico que combina el elemento más sencillo con la composición más compleja", expresa el comisario.
Toda la indumentaria que recoge la sala es un guiño de "esa adaptación entre la historia y la vida cotidiana", menciona el experto del Museo, quien además señala que "es algo que favorece a la independiencia y el valor abosluto de que la mujer no renuncie a determinadas características de la feminidad".
"No creo en el buen gusto", dijo el modista una vez. Quién lo necesita si cree en los dioses.
Extraído de El Mundo (Clara Felis)