- Por primera vez el museo parisino acoge un desfile de prêt-à-porter
- Logró permiso tras financiar la restauración de 'Santa Ana, la Virgen y el niño'
- El hall Napoléon convertido en 'lounge' era irreconocible
¿Qué hacen Hilary Swank, Freida Pinto, Leighton Meester, Jessica Hart, Inés Sastre o Blanca Suárez vestidas de cóctel una noche en la 'Cour Napoleón' del Louvre? ¿Asistir al 'vernissage' de la última exposición de la más famosa pinacoteca del mundo? ¡Ni mucho menos! Su presencia en el emblemático museo parisino se debía a la histórica presentación de la colección Resort 2013 de la casa de modas italiana Salvatore Ferragamo.
¿Por qué es tan importante este acontecimiento? Pues porque, en sus 900 años de historia, el palacio había acogido a la familia real y al gobierno de Francia, las colecciones de arte del estado francés y las exhibiciones temporales que son el orgullo de sus gestores; pero nunca –hay que repetir, nunca– había albergado entre sus paredes una presentación de 'prêt-à-porter' como ésta. Conviene hacer el matiz de "entre sus paredes" ya que, durante la Fashion Week parisina, la 'Cour Carrée' que se halla en el ala Este ha sido el escenario de algunos desfiles organizados bajo una carpa por Louis Vuitton. Pero, sinceramente, no es lo mismo.
Al Louvre le han pedido que abra sus puertas para un acontecimiento similar en muchas ocasiones y siempre se ha negado. Ocurre que la familia Ferragamo le hizo, citando a Mario Puzo, una oferta que no pudo rechazar. Y se trata de un cheque en blanco por el alquiler de una noche, sino de la financiación de uno de los proyectos más ambiciosos de esta temporada: la restauración del legendario cuadro de Leonardo Da Vinci'Santa Ana, la Virgen y el niño' (1510), cuya meticulosa limpieza ha dado pie a la muestra que actualmente provoca colas ingentes frente a la pirámide de entrada.
Abierta hasta el próximo 25 de junio, en dicha exposición se puede ver no sólo la obra citada y sus innumerables bocetos, sino piezas que jamás habían visitado la capital francesa, como el cartón de Leonardo que reposa habitualmente en la National Gallery londinense o la 'Gioconda' española que cedió para la ocasión el Museo del Prado madrileño.
De Florencia a Florencia
La implicación de la familia Ferragamo en esta aventura museística tiene sentido, puesto que Da Vinci es el más grande artista florentino que ha dado la Historia y el fundador de la marca, Salvatore, decidió ubicar el cuartel general de la empresa en la ciudad toscana cuando, en 1927, volvió a Italia tras haber triunfado en California haciendo zapatos a medida para las estrellas femeninas de Hollywood. Allí, casi a orillas del Arno, tienen desde 1995 en el Palacio Spini Feroni un bonito museo consagrado a la historia de la casa.
Así que el Louvre se abrió a Ferragamo para esta 'soirée' inusual en la que, como cuenta el consejero delegado de la marca, Michele Norsa, "la única preocupación era la seguridad y hubo que tener un destacamento de bomberos preparado por si ocurría cualquier accidente". Para adaptarse a la piedra y las arcadas de la 'Cour Napoléon', la colección vacacional de media temporada que concibió el director creativo Massimiliano Giornetti fue un prodigio de integración: "La gama de colores claros de la ropa es a tono con los muros del museo".
Cuero y ante, colores 'beige', crema y miel, cremalleras, remaches, parches, costuras y lazos, con un estilo decididamente 'bohemian chic', se codeaban con gran familiaridad con la piedra caliza de la fachada del Louvre, tan habitual en los edificios dieciochescos parisinos. Abrigos de entretiempo, cazadoras de motorista, vestidos todo-terreno, bolsos de napa, cocodrilo o pitón y, para caminar sobre el 'catwalk', unas impresionantes botas altas de piel de serpiente que Bianca Balti, Karolina Kurkova, Isabeli Fontana y 34 modelos más lucieron hasta la rodilla. Todo ello inspirado, a decir de Giornetti, por destinos vacacionales clásicos como la Costa Oeste, el Mar Mediterráneo o Saint Barts.
Así es el lujoso 'made in Italy' que la casa florentina exhibió bajo los fastuosos arcos del peristilo del ala Denon, sobre una interminable pasarela de 140 metros que la vista no alcanzaba a dominar y cuya longitud Norsa comparó a dos campos de fútbol. Una reivindicación de "lo italiano, del patrimonio estético de Ferragamo y del 'savoir faire' de sus artesanos", recalcó Giornetti. Para quien ansíe más detalles, la web de la casa ha volcado el vídeo del acto.
Al término del desfile, los 700 asistentes pudieron disfrutar de un cóctel en el mismísimo hall Napoleón, bajo la Pirámide acristalada que construyó el arquitecto chino-estadunidense Ieoh Ming Pei en 1989. Redecorado con sofás de cuero blanco, luces, plantas, pantallas para tapar las taquillas y varias barras con comida y bebida, el recibidor principal del museo –que acogió 8,8 millones de visitantes en 2011–parecía haber sido concebido en su origen para esta función de 'lounge' exclusivísimo, con sus techos altísimos y su claraboya triangular al cielo lluvioso de París. ¡A ver si esto logra superarlo en septiembre la próxima Fashion Week!
Extraído de El Mundo (Juan Manuel Bellver)