viernes, 26 de noviembre de 2010

Los entresijos de la Visita Real de España al Perú

  • Perú siguió con curiosidad la visita de los príncipes españoles
  • Del encuentro quedaron anécdotas por fallas de protocolo
  • Se echó en falta más contacto de la Realeza con el ciudadano peruano
La visita de los príncipes de Asturias a Perú tenía un objetivo claro: potenciar las relaciones comerciales tras la firma en mayo pasado del Tratado de Libre Comercio entre el país andino y la Unión Europea.

Aunque este tratado está pendiente de su aprobación por el Parlamento Europeo, España, principal inversor extranjero en Perú con casi 6.000 millones de dólares, quiere ir preparando el terreno para lo que se viene. Sobre todo teniendo en cuenta que el crecimiento económico peruano es el más alto de la región, proyectándose en 2010 a un 8,5%.

Con el propósito de dar un respaldo a las relaciones comerciales, los príncipes asistieron el pasado miércoles al encuentro empresarial Perú-España - realizado en la sede central del BBVA Banco Continental- en el que participaron alrededor de 200 empresas.

Sin embargo, la agenda económica quedó 'opacada' por el revuelo que la primera visita oficial de los príncipes causó en la prensa y en la alta sociedad peruana, que tuvo la oportunidad de codearse con ellos. Dos hechos marcaron la comidilla: un error protocolar por el que Doña Letizia fue olvidada en una ceremonia oficial y la notoria ausencia durante la visita de Pilar Nores, esposa de Alan García.


El momento incómodo de Letizia
Los actos protocolares de rigor comenzaron el martes con una ofrenda floral al monumento de los Próceres de la Independencia, un acto simbólico para limar resquemores coloniales.


Después, los príncipes se entrevistaron con el presidente Alan García, donde tuvo lugar la anécdota de la visita. Por un error de protocolo, la princesa Letizia fue olvidada mientras su marido era llevado hacia las tropas del Palacio para cumplir con pasar revista. La princesa acabó pasando por detrás del estrado de la prensa, cuando debía haber acompañado a Don Felipe. García se dio cuenta del fallo y quiso subsanarlo besando la mano de la princesa y llevándola a pasar revista también a ella, algo totalmente inusual.

Las fotos dejaron fiel testimonio de la incomodidad de Letizia, en un error de protocolo duramente criticado por la prensa peruana pero tomado con humor por la Embajada y el séquito de los príncipes.


Doña Letizia fue la absoluta protagonista de la visita. Su decisión de repetir vestuario fue bien recibida por la sociedad peruana, quien aplaudió el vestido rojo del diseñador Fernando Varela que empleó en la cena de gala organizada en Palacio de Gobierno, una prenda ya usada por la princesa en la fiesta previa a la boda de Victoria de Suecia. Pero no todo fueron alabanzas. Su extrema delgadez y su mirada en ocasiones triste fue comentada por los peruanos.

Letizia no tuvo como anfitriona a la mujer de Alan García, Pilar Nores, sino a su hija, Josefina García. Este hecho, que suele ser frecuente últimamente, evidencia la separación progresiva de la pareja desde que el presidente reconoció en 2006 a su hijo ilegítimo, el pequeño Felipe Dantón.


Almuerzos y cenas de gala
Los príncipes se disputaban los titulares de los noticieros con la noticia de la dimisión en medio de un escándalo del Ministro de Interior, Fernando Barrios. “Tenerlos es un acontecimiento, una emoción”, comentó a ELMUNDO.es Drusilla Zilleri, periodista y ex directora de la revista 'Caras'. “Para nosotros la monarquía y la realeza son muy ajenas a nuestras costumbres. Los seguimos con mucho interés a la distancia y los miramos con admiración”.

Ministros, congresistas, empresarios, directores de medios de comunicación y personas vinculadas al mundo de la cultura tuvieron la oportunidad de conocer a la pareja real en la cena de gala con 200 invitados organizada por Alan García en Palacio de Gobierno y también en la recepción dada en su honor en el Ministerio de Relaciones Exteriores.


El miércoles, la Embajada de España en Lima también organizó un almuerzo para los príncipes al que fueron invitados personalidades peruanas como la directora de cine Claudia Llosa. Destacó en la Embajada la presencia de un único periodista, Augusto Álvarez Rodrich, un comentarista político de gran influencia en el país pero no muy querido por Palacio de Gobierno por su franqueza.


Algunos centenares de integrantes de la comunidad española en Lima, sobre todo religiosos y cooperantes escogidos entre los más de 15.000 inscritos como residentes en Perú, tuvieron la oportunidad de ver de cerca a los príncipes en el encuentro programado en la Casa de España. Esta fue la ocasión en la que los príncipes se dieron un baño de pueblo en el que los ciudadanos (españoles) pudieron acercarse, estrecharles la mano o tomarse fotografías. De este encuentro, la agencia Efe rescató la anécdota de la conversación entre Doña Letizia y la religiosa leonesa Rufina García, a quien la princesa saludó en nombre de su sobrina, quien trabaja en el Palacio de la Zarzuela.


De los eventos sociales en los que participaron los príncipes, a los que la prensa sólo pudo acceder para la foto, sólo trascendió las alabanzas hechas por Doña Letizia a la comida peruana y su deseo de probar el rocoto relleno y el chupe de camarones a su llegada a Arequipa, ciudad que los príncipes visitaron el jueves para inaugurar El Tambo de la Cabezona, una emblemática posada utilizada desde el tiempo de los incas y que ha sido restaurada por la Agencia Española de Cooperación para el Desarrollo (AECID).


'Nos vamos encantados con Perú'
Desde Arequipa, lugar de nacimiento del premio nobel peruano Mario Vargas Llosa, los príncipes se despidieron de los peruanos. "Hemos cubierto un programa provechoso y nos vamos agradecidos con los peruanos y arequipeños", dijo Felipe de Borbón antes del almuerzo ofrecido por el presidente regional de Arequipa, ciudad de la que partirían el jueves a las 5 de la tarde rumbo a España. "Nos vamos agradecidos y encantados con Perú, que nos ha dejado seducidos".


Seducida se queda también la sociedad peruana, que derrochó simpatía por la realeza casi 190 años después de su independencia.


Extraído de El Mundo (Beatriz Jiménez)