martes, 24 de noviembre de 2015

Las manos de Albert Rivera y otros trucos del candidato más valorado

El último barómetro del CIS, que confirma el ascenso de Ciudadanos, ignora a Albert Rivera (como a Pablo Iglesias) porque no tiene escaño en el Congreso, pero todas las encuestas de las últimas semanas lo sitúan como el político más valorado. La encuesta más reciente de 'El País' subrayaba que Rivera es el único candidato aprobado por los electores de todos los partidos.
De él sabemos que es licenciado en Derecho, Máster por la ESADE y Doctorando en Derecho Constitucional en la Universidad Autónoma de Barcelona. Que cursó estudios en la Universidad de Helsinki en 2001 y que ganó la 'Liga de Debate Universitario' de España. Trabajó en La Caixa como asesor jurídico de 2002 a 2006, cuando se convirtió en el primer diputado de Ciudadanos en el Parlamento de Cataluña. Tres años después completó un curso en marketing político en la Universidad George Washington de Estados Unidos. Allí ensayó las claves de comunicación que le han convertido en el perfecto candidato.

¿Qué dice lo que Albert Rivera no dice? 
"A nivel de comunicación es muy bueno, no hay ninguno mejor", zanja Martín Ovejero. Él destaca la gestualidad del líder de Ciudadanos, más allá del posado de sus manos. Habla de sus "gestos ilustradores". "Tiene una gestualidad muy comprometida con su mensaje y eso transmite mucha credibilidad, no manifiesta dudas. Cada palabra la acompaña con sus gestos y así llega mucho mejor. Además, siempre mantiene una postura muy erguida, no se encoge, lo que daría sensación de temor o de huida respecto a ciertas preguntas; no retrocede físicamente ante temas que podrían serle más controvertidos; y la mirada es directa hacia el interlocutor, no se le descubren vistazos descendentes propios del temor o la vergüenza".

Muy consciente de si mismo
Nada parece improvisado en Rivera. Su imagen es estratégica. No sólo las camisas blancas para transmitir limpieza y transparencia. No sólo las americanas sin corbata para parecer formal y responsable pero a la vez próximo a la calle. Todo calculado. Ni demasiado juvenil ni demasiado clásico. Para arañar a izquierda y derecha. "Parece muy consciente de sí mismo, de lo que hace y de cómo lo hace. Sólo hace gestos que valen para algo, igual que sólo dice lo que quiere decir. Es una persona nerviosa, impaciente. Habla muy rápido y en ocasiones las manos gesticulan como 'válvula de escape', como si tuviera demasiadas cosas en la cabeza y le salieran por las manos", retrata Carolina Pérez Sanz, Doctora en Lingüística y especialista en comunicación.

Para ella, las manos de Rivera, la postura de las fotos, parece un tic, un reflejo que indica también que se está conteniendo. "Tal vez su impulso sería empezar a hablar antes de que el interlocutor haya acabado", sospecha Pérez Sanz. Tiene prisa. "Al mismo tiempo, la postura indica que está en conexión consigo mismo: las dos manos por delante de su estómago, como protegiéndose. Y 
el masaje que se hace en la mano derecha con la izquierda me parece que refleja tensión, como que el masaje le calma". Otra vez la tensa espera del candidato.

Sonia El Hakim, experta en comunicación no verbal científica, lo llama "micropicores". "Intenta mantener el control de sus emociones. De hecho, podemos verlo cuando no está hablando con continuos micropicores, tanto en el dorso de la mano (control de la emoción) como en el dedo meñique (represión del malestar), lo que es significativo de cierto nerviosismo o malestar que intenta ocultar".

Un gesto napoleónico
Euprepio Padulacoach y experto en liderazgo, descifra "cierta timidez" en el gesto de Rivera. También "mucha pose". "Posiblemente sea un gesto inconsciente, pero no oculta que Albert Rivera se ha trabajado mucho. En esa postura de las manos hay una resistencia a mostrarse cómo es, pero también mucha ambición. Es un posado algo napoleónico".

Dicen que Napoléon Bonaparte posaba con la mano derecha oculta en el chaleco porque aprendió buenos modales de los libros de San Juan Bautista de Salle. "Es un defecto cruzar los brazos sobre el pecho, entrelazarlos detrás de la espalda, dejarlos pender con indolencia, balancearlos al caminar, so pretexto de alivio (...) es bastante común posar el brazo derecho sobre el pecho o sobre el estómago (...) En general, hay que mantener los brazos en una situación que sea honesta y decente", decían las Reglas del Decoro y de la Civilidad Cristiana.


Habla de nuevo Carolina Pérez Sanz: "En media training recomendamos enfatizar con las manos nuestras ideas, nunca apuntando con el dedo, sino con la mano abierta. Es lo que hace Rivera. Usa las manos en postura cóncava (como un bol) para mostrar que propone ideas. Usa ambas manos, según hacia donde esté mirando. Esto le hace parecer muy entrenado".


Para Sonia El Hakim, Rivera es un "conquistador", capaz de atraer a quien le está viendo, de "meterle en su burbuja". "Cuando habla, da una imagen de confianza en sí mismo gracias a un impecable movimiento de manos y una paralingüística excelente, pero también se le ve un deseo de mantener el control de lo que él hace y de lo que hacen los que están a su alrededor".



El Hakim pone como ejemplo esta intervención de Inés Arrimadas [ver vídeo]. Albert Rivera repite la posición de la manos y hasta susurra una palabra a la vez que Arrimadas ("mínimos", minuto 0:35).






"Está inquieto, nervioso, querría estar hablando él. Hace el micropicor porque quiere dominar el discurso de Inés Arrimadas, pero no puede, porque la que está hablando es ella. Por eso se le escapa incluso el pronunciar la palabra". Una teoría que alimenta las críticas al líder de Ciudadanos por su excesivo control sobre sus candidatos.


La voz de Rivera
Carolina Pérez Sanz, experta también en Foniatría, analizó la voz de Rivera cuando presentó el Movimiento Ciudadano en el teatro Goya de Madrid, en octubre de 2013. Tiene una voz "pobre, sin cuerpo, muy forzada". Pero de aquel discurso extrajo que era un orador "impositivo más que asertivo", que quería imponer su criterio, que sus finales enérgicos denotaban "valentía", que no tenía nada que ocultar o que su hablar rápido y su pronunciación imprecisa significaban"impaciencia por llegar a la culminación de sus objetivos". Las pausas que hace cuando habla transmiten su identificación con el mensaje. "Dice lo que piensa y es la cabeza visible de una idea fuerte".


Para José Luis Martín Ovejero, Albert Rivera está en "perfecta congruencia" con su política. Y señala igualmente a Inés Arrimadas, la otra figura en alza de Ciudadanos, nueva jefa de la oposición en Cataluña. "Arrimadas y él parecen salir de la misma fábrica", asegura el experto en comunicación no verbal.


"Es conciso y directo, con una oratoria muy clara", añade Padula. "Y habla mirando a la cara, hasta de forma excesiva, lo que en España asusta mucho.
 Está muy bien asesorado en todos los aspectos, es un personaje muy construido. Tiene su discurso muy bien ensayado".

"Habitualmente habla mostrando su lado derecho de la cara, es decir, su rotativo derecho", apunta El Hakim. "Según la neurociencia, nuestro lado derecho de la cara es nuestro lado más controlador, más racional, en contraposición con nuestro lado izquierdo de la cara, que es más emocional, más espontáneo. 
Albert Rivera suele mostrar su lado derecho de la cara porque está en situación de control, de dominio de la situación. Damos nuestro lado derecho de la cara para poder mirar con nuestro ojo derecho. Cuando hacemos eso, estamos en control, vigilantes".

Los defectos del candidato
¿En qué falla Albert Rivera? ¿Qué debe mejorar? Para Euprepio Padula sigue siendo demasiado "artificial". "Es su gran defecto, está demasiado encorsetado y, salvo la noche electoral catalananunca se le ve emocionado. Tiene un control excesivo".

Martín Ovejero ahonda en la misma línea. "Alguna de sus virtudes, como su mirada fija, unida a la rapidez de sus respuestas dan a entender a veces que tiene el discurso perfectamente aprendido, pudiendo perder naturalidad. Esto también se desprende de su reducida exteriorización de emociones a través de su expresividad facial, algo típico en discursos varias veces repetidos, pues surgen las respuestas de manera automática. 
Tiene poca latencia de respuesta.

Además, como nunca ha gobernado, cae en lo que llamamos 
falacia de autoridad, da la impresión de padecer cierta falta de confianza en sus propias ideas o tal vez quiera quitarse la etiqueta de político novato y precisa en muchas ocasiones acudir a ejemplos de otros países occidentales para dar fuerza a sus propios argumentos: 'Esto ya se está haciendo en Francia, o deberíamos hacer tal cosa que es lo mismo que se está haciendo en Europa'".

En esto, puntualiza Martín Ovejero, Rivera se distancia claramente de 
Pablo Iglesias, el otro icono de la 'nueva política'. "Pablo Iglesias es todo lo contrario, es más egocéntrico. Esto es así porque lo digo yo".

Padula también entra en la comparación del líder de Ciudadanos con el líder de Podemos. Para él, Pablo Iglesias es "más natural, menos construido, menos superficial". Pero Rivera no tiene rival: "Cae bien, tiene buena cara, no es un personaje incómodo para nadie, 
gusta a los economistas, al IBEX 35, a las empresas y a los medios. Albert Rivera tiene mucho recorrido porque gusta a las abuelas, a los niños, a las señoras y a los señores".


Extraído de El Mundo (Rodrigo Terrasa)