miércoles, 6 de julio de 2011

Una empleada desafía a Harrods para no maquillarse... y pierde

Polémica entre una dependienta y los grandes almacenes británicos por las normas de vestimenta


Melanie Stark

Para Melanie Stark, el debate sobre si las empleadas que atienden al público deben llevar o no uniforme, vestir pantalón o apostar por la falda está superado. Para ella, la batalla estaba en que su empresa, los almacenes Harrods, le permitiera trabajar sin ir maquillada. Por eso ha desafiado a la todopoderosa empresa británica. Y ha perdido.

La primera vez que la llamaron la atención, Melanie Stark, dependienta de 24 años de los grandes almacenes británicos Harrods, fue enviada a su casa. Lo mismo ocurrió una segunda vez. Después, fue destinada a los almacenes, lejos del contacto con el público. El problema no es que hiciera mal su trabajo. Tampoco es que hubiera recibido queja alguna de los clientes. El problema es que Stark no iba maquillada.

Finalmente, y ante su negativa a atenerse a las normas de atención al público de la firma, Harrods ha acabado por forzar a Stark a que deje la empresa, según ha denunciado la propia empleada, que se confiesa “exhausta, estresada y desilusionada” por su batalla perdida en torno al rímel y la sombra de ojos.

La disputa de esta empleada con los grandes almacenes más famosos del Reino Unido ha saltado a los periódicos de aquel país, y se ha convertido en un símbolo entre el pulso cotidiano del empleador y el empleado por marcar dónde está el límite de las normas de atención al público. En este caso, al menos, las reglas del juego están claras, con un grado de concreción que sorprende. Según explica el diario The Guardian, el código de vestuario de Harrods, de dos páginas, estipula que las vendedoras “deben permanecer totalmente maquilladas todo el tiempo con base, colorete, ojos (aunque no demasiado recargado), lápiz labial, delineador de labios y gloss”.
Cuatro años trabajando sin maquillaje


Según asegura Stark, en los últimos cuatro años ha estado trabajando sin maquillaje, antes de que fuera requerida a cumplir estrictamente esta normativa interna, y ha sido considerada en los informes internos por uno de sus jefes como una de las mejores empleadas.
Sin embargo, cuando rechazó pintarse la cara, la empresa le aconsejó que fuera a un mostrador de productos de maquillaje para que comprobara cómo sería su aspecto con la cara maquillada. “Me sentí insultada. Sé perfectamente cómo estoy maquillada, porque lo he usado muchas veces, pero nunca en el trabajo. Pero no entiendo cómo eso puede mejorar mi trabajo y cómo Harrods, en los tiempos que corren, puede creer que tiene derecho a decirme si debo llevarlo o no”, declara Starks.

“No es como si me dicen si debo llevar unos pantalones negros o una camisa blanca. Se trata de mi cara. El maquillaje me haría ser una persona distinta a la que soy”, añadió. Ante lo irreconciliable de ambas posturas, Stark decidió hace unos días renunciar a su puesto.

En contra de la normativa de igualdad

Según Lawrence Davies, director de Equal Justice, desde el punto de vista legal esta empleada debería haber reclamado su derecho a no ir a trabajar maquillada acogiéndose a la normativa británica sobre igualdad de 2010. “Ella ha desempeñado bien su trabajo hasta ahora sin maquillarse, con lo que está claro que ahora le exijan otra cosa. Los criterios de apariencia ante el público han ido cambiando con los años”, afirmó.

Por su parte, un portavoz de Harrods explicó que todo su personal “está sujeto a un código de vestimenta al que se acogen cuando firman el contrato con la empresa, que abarca todo el conjunto de su apariencia pública”. “Nuestras discusiones con Melanie Stark –añade- afectan a una ausencia general de cumplimiento del código de vestimenta. No obstante, no tomamos ninguna acción y decidimos dejar la disputa a un acuerdo entre ambas partes”.

Lejos del público por llevar una prótesis
Los códigos de las empresas en cuanto a la apariencia de sus empleados de cara al público son relativamente corrientes, aunque en los últimos años no han estado exentos de polémica, como cuando la tienda de ropa Abercrombie & Fitch fue acusada de “recluir” en un almacén a un vendedora porque su protésis en el brazo no encajaba con la “política” de la empresa, o cuando otra dependienta fue apartada después de que su jefe la obligara a quitarse el jersey en verano, a lo que ella se negaba, y descubriera que tenía a su vez una prótesis en uno de sus antebrazos.

Fuente: La Razón.es

Más de Valentino y su propuesta Otoño-Invierno 2011-2012

La propuesta de alta costura para otoño invierno 2011-2012 por Valentino, ha dejado a muchos con asombro y en algunos casos hasta inconformidad, debido a la simpleza que ofrece esta colección.

A mi parecer es una propuesta elegante, sencilla combinación que la hace sofisticada y aunque no será el preferido por las actrices que gustan de diseños extravagantes para su recorridos por las alfombras rojas, seguirá siendo uno de los mas vestidos por que pretende una propuesta juvenil, fresca, fácil de llevar, muy femenina, romántica y muy pero muy sofisticada.

Para una mujer segura, que con su vestimenta se sienta libre, lo que se logra con este estilo boho chic de estampados sutiles, en telas transparentes y vaporosas con faldas acampanadas y algunas mas rectas. Vestidos cortos con falda evasé, donde también se dejaró ver la tendencia marcada de los plisados y pantalones con estilo masculino. Desfile donde protagonizó un estilo romántico que se dejó ver por las telas en gasa y aplicaciones de rosas y lazos tan tradicionales en la marca, encajes, diseños nada muy ajustados pero que dejaban ver la figura femenina.

Valentino para el próximo invierno arroja una tendencia de colores oscuros en su propuesta, varios ya vistos en colecciones anteriores. El negro, azul, marrón oscuro, borgoña, berenjena, vino y prevalecieron mas los colores empolvados, como el rosa palo combinado con negro u otros muy suaves, son algunos de los colores más repetidos en la colección.

Aquí comparto los diseños que más me gustaron



















Marianela Lacayo

Valentino: Cultura de un lujo refinado

[foto de la noticia]

Llevan una trayectoria muy coherente asumiendo una nueva personalidad que no traicione el legado del maestro. Tarea nada sencilla que Maria Grazia Chiuri y Pierpaolo Piccioli están llevando por buen camino.

Su colección del invierno que viene tiene trazos de inspiración en la Rusia imperial, sobre todo en algunos de sus bordados y en los detalles de pasamanería, cordonería y trenzados que hay en la mayoría de las 41 piezas de la colección. Trabajo artesanal como se le ha de exigir a la Alta Costura: botonaduras a la espalda, costuras ribeteadas de finas hileras de cristalitos, patrones impolutos que dan un marchamo sensacional a las piezas de noche (casi todo es noche, el día apenas parece existir en el universo costura para la mayoría de creadores).

A lo largo del desfile, ubicado en el Hotel Salomón de Rothschild, apreciamos dos puntos de vista diferentes pero que conviven con la armonía que la casa Valentino sabe imprimir a sus diseños: una parte actual, para una mujer joven, etérea, de transparencias y terciopelos devoré en vestidos evanescentes en tonos nude, blanco, marfil, oro y el rojo marca de la casa (esta vez fueron dos fantásticos vestidos de noche en tonos sangre y más claro); a continuación aparece un punto de vista más clásico, atemporal, regio, con levitas brocadas, vestidos de fiesta con empaque, rectos, tonos bronce y oro, mucho oro, para una mujer más hierática, altiva, que recurre a piezas de terciopelo negro con relieves luminosos.

La delicadeza de los materiales parece estar intrínseca en el ADN de la casa; algo que la mujer exquisita sabe agradecer y el tándem de estilistas italianos recompensar con unos diseños que enaltecen la gracia de sus movimientos, la riqueza del contacto con la piel femenina.

En suma, una visión de la Alta Costura que se barniza de modernidad para un presente actual pero que siempre tiene una mirada a la nostalgia. La firma Valentino parece estar casada con la eternidad.

Extraído de YO DONA (Jesús María Montes-Fernández)