miércoles, 20 de abril de 2011

Bigote aquí, cejas allá: el estilismo de los políticos para captar más votos


LA IMPORTANCIA DE LA IMAGEN DE LOS POLÍTICOS/ La apariencia de los candidatos gana terreno como herramienta de márketing electoral. El número de consultas a los asesores va en aumento.





EL ANTES Y EL DESPUÉS: La política y las responsabilidades pasan factura. Antes de ser presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero lucía un look con el pelo bastante más largo que ahora y con raya al lado. Sus trajes eran más amplios y las cejas ligeramente más circunflejas. José Blanco peina ahora muchas más canas, además de no llevar barba. Y el presidente del Congreso se trasplantó el pelo para rejuvenecer. La menos perjudicada es la ministra de Sanidad,Trinidad Jiménez.
La foto de José María Aznar en Melilla; el vídeo del líder del PP, Mariano Rajoy, despidiéndose de los españoles antes de irse vacaciones sin usar el cinturón de seguridad, o la instantánea de su móvil mientras le mandaba un mensaje a su gurú, Pedro Arriola, durante el Debate sobre el Estado de la Nación; las fotografías del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en las que se aprecian las huellas de la crisis reflejadas en las bolsas de sus ojos... Éstas y otras instantáneas dan idea de la importancia que ha cobrado y sigue ganando la imagen en un mundo cada vez más globalizado y audiovisual.


Llevar o no bigote o barba, depilarse las cejas, adelgazar o engordar, el color del traje, el tipo de reloj o llevar o no alianza pueden parecer cuestiones menores cuando se está hablando de la mayor crisis de la Historia reciente. Pero no lo son. La imagen es un arma clave para captar votos y los consejos de los asesores tienen cada vez más demanda.


No hay elecciones generales a la vista ni siquiera grandes debates parlamentarios previstos a cortoplazo, pero la estrategia que se esconde detrás de la interrupción de las vacaciones estivales de los políticos para transmitir a los ciudadanos la sensación de que no sólo ellos sufren las consecuencias de la recesión no es más que una operación de imagen o de marketing político.


Antecedentes
Cada movimiento de los principales dirigentes de Gobierno y oposición está medido y es estudiado por sus asesores, que les aconsejan desde qué hacer hasta cómo hacerlo cuando intervienen en público. La corbata, el color del traje y de la camisa, si la chaqueta está o no abrochada, el reloj o de bolígrafo o las gafas son algunos aspectos que no pasan desapercibidos para los asesores de imagen, como pusieron de manifiesto el debate televisado entre Zapatero y Rajoy previo a la campaña de las últimas elecciones generales y sus intervenciones en Tengo una pregunta para usted.


La importancia de la apariencia no es algo nuevo. Su relevancia quedó de manifiesto ya en 1960 cuando, en un histórico debate en televisión, Richard Nixon apareció sudoroso frente a un John F. Kennedy muy estético. Nixon perdió el debate. Y políticos de todo el mundo aprendieron la lección. Las apariencias juegan un importante papel electoral.


La imagen de Nixon no es lo único que hay que evitar. Los expertos en imagen aconsejan a los políticos que no caigan en la misma trampa de Abel Matutes, durante un debate previo a las elecciones europeas con Fernando Morán. Matutes llevaba un llamativo reloj de oro.

Desde entonces, eso está prohibido, al igual que los bolígrafos brillantes, por mucho que estos se usen como instrumento para mejorar la gestualidad corporal y evitar raros movimientos con las manos. Y los políticos han aprendido la lección. En su intervención en Tengo una pregunta para usted, Rajoy llevó un bolígrafo Bic, y el ministro de Fomento, José Blanco, que siempre comparece con un bolígrafo en la mano tampoco se decanta por modelos llamativos, sino discretos.


Desde su llegada a La Moncloa, Zapatero ha cuidado intensamente su imagen. En la primera legislatura modificó radicalmente su cabellera. Desterró la raya al lado y pasó a peinarse con un corte algo más suave. También perfiló sus cejas, aunque éstas siguen siendo objeto de controversia y hay quien opina que debería depilarlas más para evitar que fueran tan circunflejas. Además, cambió la vestimenta y se decanta por trajes menos holgados, aunque intenta que le disimulen la estrechez de hombros. A veces sigue pareciendo que le quedan grandes.


Menos notable ha sido el cambio de Mariano Rajoy, que se mantiene fiel a la barba que luce, entre otros motivos, para intentar ocultar las cicatrices que le dejó un accidente de coche que sufrió en Galicia cuando se dirigía a Villafranca del Bierzo, donde ya trabajaba como registrador de la propiedad. El color de su pelo o sus tics son algunos de los aspectos que le critican los expertos, pero, de momento, no han logrado corregir.


JOSÉ BLANCO: Se ha convertido en una de las figuras más relevantes del Ejecutivo, y también ha sufrido un cambio de imagen. Atrás ha dejado su barba, ha modernizado su peinado y sus gafas.


TRINIDAD JIMÉNEZ: La imagen de la ministra de Sanidad sufrió un empujón cuando era candidata del PSOE a la Alcaldía de Madrid. La chupa de cuero la dio a conocer a un público que hasta ese momento no sabía quién era.


JOSÉ BONO: El presidente del Congreso cuida con esmero su imagen, desde los trajes hasta el uso de un ventilador para evitar sudar y los incómodos brillos. Además, se sometió a un trasplante de pelo.


Extraído de Expansión (R.G. Pico)

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