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jueves, 26 de enero de 2012

Estilos en la Política



Algo más que una coincidencia.

En asuntos  de trapos, no hay nada peor que aparezca en el mismo acto otra mujer con un modelo exacto al tuyo. Las víctimas siempre le quitan importancia, pero los enemigos, por así decir, 'puntúan' a la mejor. Esta situación es una cosa últimamente tan común que existen secciones en las revistas tituladas 'Quien lo lleva mejor', y seguramente recordaréis aquella vez en la que Doña Letizia llevaba el mismo vestido de ¿Mango o Zara?, no estoy segura, que Belén Esteban. Contra todo pronóstico, le quedaba mejor a Belén Esteban… cosas de la vida revuelta.
No me extraña por tanto, que una mujer que representa su edad sin problemas, independiente, seductora, divertida, compasiva, influyente, ¡la mujer más rica de España!, Rosalía Mera, (quien fue clave para levantar Inditex en su momento porque esa audaz aventura la inició con su ex marido Amancio Ortega y ahora lleva la Fundación), en la estupenda entrevista televisiva de más de una hora que le hizo con enorme cariño y penetración Iñaki Gabilondo el otro día, al ser preguntada por la moda dijese que le gusta, pero que "poco se puede decir ya, si es que van todas iguales, parecen clonadas, mismo peinado, mismos bolsos, mismas joyas, etc.; a mi cuando me visto me gusta expresarme, ser distinta a la de al lado, no mejor ni peor, sólo yo misma, que lo que te pongas tenga una intención". Bueno, no sé si fueron exactamente éstas sus palabras pero el mensaje era ése. Ella, a la vista estaba, no iba cubierta de marcas reconocibles, sino de colores bien combinados y graciosas joyas casi infantiles.
El martes 24 de enero, en una primera reunión para tratar temas en los que podrían colaborar, Esperanza Aguirre y Ana Botella se presentaron vestidas, no con el mismo modelo, pero sí con el mismo estilo idéntico. Eso a mí me parece más comprometedor, porque el estilo, ¡al menos el estilo!, que no está sujeto a modas sino que parte de la experiencia individual de cada uno, debería ser intransferible. Vedlas aquí, dispuestas a dialogar a propósito de esa 'isla legal' para un complejo de ocio, una especie de Las Vegas, que obligaría a cambiar las leyes vigentes y algunas ideas a propósito del blanqueo de capitales, la emigración o la edad para entrar en un casino; un gran escándalo si se pusiera en marcha tal y como lo pretende su promotor, Sheldon Adelson.  Iban las dos de verde, vestidito estampado vegetal, con botas de ante ceñidas, media tupida, largo igual por encima de la rodilla madura, chaquetas de terciopelo de hechura y largo parecido y mechas rubias de la misma peluquería. Aguirre tenía un aire más bucanero que Botella, con una chaqueta en verde caza y botonadura militar, mientras que Ana lucía, única diferencia, un colgante para adornarse. Seguí pensando… a veces el estilo lo marca, no el gusto ni la biografía, tampoco la moda, sino la clase social en sentido estricto y ese peligroso imponderable, las aspiraciones. Vamos a ver mucho de esto durante largos años: uniformadas por la ambición política.

Fuente: María Vela Zanetti, Yo dona

viernes, 6 de enero de 2012

El retorno de los señores trajeados



Traje de Tze Goh para el otoño e invierno de 2011 inspirado en los trajes de Beauys


El nombramiento del nuevo gobierno trae a las cabeceras una oleada de hombres de traje.



 

Desde que tenemos nuevo Gobierno se ha disparado el índice de corbatas por página de periódico. Como bien decía Ramón Lobo cuanto más abundan las fotos de señores encorbatados más aburrimiento provoca la lectura de la prensa. Ayer mismo la foto de portada del diario El País muestra un nutrido grupo de señores en el Ministerio del Interior con trajes tan grises como los cargos que estrenan y abandonan.

Varias cosas propician que los editores gráficos tengan que esmerarse bastante para que sus periódicos no terminen monopolizados por fotos de señores grisáceos. La primera cosa que les pone las cosas difíciles es que el Gobierno de Rajoy está dominado por esa clase de políticos.

En él hay nueve hombres, sin contar al propio presidente, y sólo cuatro mujeres -que tampoco son precisamente la alegría de la huerta-. Algunos de los nuevos ministros de hecho son el estereotipo de señor trajeadísimo al que casi nadie se atrevería a tutear. Se llevan la palma Luis de Guindos y Jorge Fernández Díaz. Parece una misión imposible imaginar a cualquiera de los dos con vaqueros y una chupa entrando en sus respectivos ministerios.
elpais
La portada de El País del 3 de enero de 2012: muchos señores a los que nadie se atrevería a tutear acaparando portadas.
La segunda cosa que provoca esta situación es que no hay nada como un buen puñado de ministros trajeados para que aparezcan a su alrededor muchos otros señores trajeados: subsecretarios, funcionarios de alto rango, presidentes de organizaciones empresariales, banqueros…

Por si todo eso fuera poco resulta que uno de los protagonistas del juicio del momento es precisamente un sastre especializado en confeccionar trajes a señores muy, muy poderosos. Vamos, que semejante panorama parece sacado de una hipotética película póstuma de Rafael Azcona y Luis García Berlanga que llevase por título ‘El Trajecito’.
periodico
El Príncipe y el Rey, muy incómodos con sus corbatas.
La estética del traje gris
El uso de un duro e invernal blanco y negro por parte del fotógrafo Txema Rodríguez en las fotos disparadas a las puertas de los juzgados de Valencia define la estética de estos tiempos. El gris domina la política española como hace muchas décadas que no lo hacía. Habría que retrotraerse a la época en la que los despachos ministeriales apestaban a Ducados para encontrarnos con algo similar.

Esos trajes grises como la ceniza de ministros, altos cargos, ex presidentes autonómicos, testigos judiciales y demás fauna no parecen ser una casualidad. Más bien cumplen la función del mercurio que marca la gélida temperatura de un país algo asustado.
sastre
La portada del sastre: José Tomás, el sastre que confeccionaba trajes de señores poderosos que tiene revolucionada a España.
Decía Joseph Beauys que los aburridos y grises trajes de fieltro que solía usar –y que han sido rescatados por Tze Goh para su colección de otoño e invierno-representaban el aislamiento del hombre en nuestro tiempo”. No parecía faltarle la razón. Casi estamos tentados a pensar que esos trajes parecen cumplir la función de aislar a los que los llevan puestos de las desilusiones que provocan sus decisiones. De la misma forma que Pinochet parecía aislarse del mundo con aquellas gafas de sol que lucía en 1973 tras su golpe de estado.

Fuente: S Moda. Ramón Peco, El País

domingo, 15 de mayo de 2011

Miénteme... José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy

Prometen y prometen pero... ¿nos dicen la verdad? Rafael López, director del Club del lenguaje no verbal , y José Rúas, autor del libro 'Manual del candidato electoral', analizan a nuestros políticos durante la campaña electoral.

Zapatero, en el túnel del tiempo
En este primer mitin se ve la clara intención de Zapatero de intervenir en su ciudad natal bajo el traje de presidente del Gobierno de España y, a la vez, de buscar el reencuentro (o posible reconciliación, tanto de él como de su esposa) con la localidad donde adelantó que desea vivir dentro de un año. Cambio de posición de presidente a ciudadano común, con el argumento de un túnel —que dividía la ciudad y que también le separó a él en ocasiones de los suyos— de fondo. Túnel que cruzó psíquica y físicamente, con una visita en la que su propia esposa cuando, tras saludar al alcalde de León con un «¡cuánto tiempo!», éste le responde que «no tienes que justificarte».


Un Zapatero enérgico, señalando con su dedo acusador y moviendo un extremo del labio en señal de dura crítica cuando se trata de indicar que el paro de hoy es fruto de los excesos del pasado, pero que también se muestra inseguro y titubeante (humedeciendo los labios con la lengua) y con cierto miedo o vergüenza (levantando constantemente las cejas y moviendo los ojos de un lado a otro mientras asegura que «tengo muchas obligaciones, muchas responsabilidades y no siempre puedo ver las cosas que hacemos»), que luego compensa apretando el puño con determinación para afirmar: «Hemos ganado el futuro» para León.

Similar ambivalencia se muestra cuando asegura que dentro de un año vivirá en esta ciudad de forma continua y permanente, mientras gira y mira hacia afuera (como en señal de escape o buscando la mirada o complicidad de otra persona) o intercala múltiples gestos de afirmación con la cabeza con alguno fugaz de negación al dar las «gracias por hacerme sentir tan bien en León, mi tierra», en un mitin en el que el partido tuvo que emplearse a fondo para completar aforo, y no lo logró. León, principio y fin de estación en su viaje de ocho años.
Rajoy o 'la monda' de la rigidezA diferencia de Zapatero, para su primer discurso de campaña, Rajoy eligió Mérida y se desmarcó con una intervención desprovista de carga emocional, mostrando un tono más exultante y de arenga política. El líder del PP se muestra en un escenario abierto, lo cual genera cierta tensión ambiental, despistándose en alguna ocasión, tanto al hablar como en la mirada —algo que también pudo observarse durante su intervención en Madrid dos días después—.

Para ambas ocasiones eligió un entorno paisajístico fresco, visible, algo que también quiso trasmitir a través de la vestimenta. Camisa blanca (abierta incluso hasta el segundo botón en Madrid). No obstante, en Mérida destacó el entorno nocturno, descompensado de luz y, en consecuencia, más deslucido desde el punto de vista audiovisual. Un contraste ambiental entre transparencia, luz y oscuridad, que provoca sensaciones dispares.

Su intervención destaca por su contundencia y determinación, expresada a través de un alto y sostenido tono de voz (curva de ecualización bastante lineal y plana), pero de ritmo monocorde, acentuado con su gesto tenso; ceño fruncido y una sonrisa 'inversa' —de labios curvados hacia abajo—; rígido y mecánico de subir y bajar las manos, de forma repetida y machacona.

Escasa riqueza expresiva, desde el punto de vista gestual y oral (la única ruptura se produce con la expresión «la monda»), dominadas por el guión que reproduce fielmente y sin concesiones. Un ejemplo de ello es cuando en la intervención de Mérida alarga la frase «el cambio significaaa…» o cuando en Madrid se refiere al alcalde y la presidenta de la Comunidad, para a continuación regresar al papel. Pendiente de la realización y las cámaras, a las que mira constantemente y de forma directa.

Extraído de El Mundo (José Rúas)

sábado, 14 de mayo de 2011

El PP de Madrid abusa del 'Sfumato'

Leonardo da Vinci inventó la técnica del Sfumato para eliminar los contornos y diluir las figuras en una especie de neblina para dar la sensación de lejanía. Aplicaba varias capas de pintura muy gruesas. Ahora, estas cosas se hacen con el clic del photoshop. Pero, la sensación de neblina e irrealidad es la misma. Felipe González es el único que se ha referido a las varias manitas de photoshop que le han dado a las fotos de Esperanza Aguirre colgadas en las farolas.

"Viendo la foto electoral de Esperanza Aguirre me han entrado ganas de presentarme otra vez a ver si me quitan tantos años". Yendo hacia Aluche, un populoso barrio de Madrid, Felipe González vio los carteles de la candidata del PP a la Comunidad de Madrid y tal vez se acordó de aquel tiempo de esplendor en el que sus asesores le ponían años y canas en las sienes para que los electores no se asustaran de su juventud. Entonces se hacía a mano porque no había photoshop.

Los candidatos del PP en Madrid no han querido renunciar a una herramienta que quita arrugas y canas a golpe de clic, e incluso puede convertir casi en modelo de alta costura a Paloma Adrados, aspirante a la Alcaldía de Pozuelo. La presidenta del PP madrileño la mandó allí para borrar las huellas de la Gürtel y ha querido empezar con buen pie.
Paloma Adrados, candidata del PP en Pozuelo.
Las fotos de Esperanza Aguirre colgadas en las farolas son un prodigio de rejuvenecimiento facial. La presidenta no tiene ni una arruga, pero tampoco parece ella. Parece otra. Tampoco Gallardón se parece mucho al alcalde. Le han teñido el pelo para borrarle las canas y su gesto es desconocido. Con perfiles diluidos, el alcalde muestra una sonrisa modelo Gioconda.
La candidata del PP a la Comunidad, Esperanza Aguirre.
Alberto Ruiz-Gallardón, candidato del PP a la Alcaldía de Madrid.
Lo sorprendente es que Esperanza Aguirre no es Isabel Preysler. No sólo no se ha quitado arrugas, sino que presume de ellas. La naturalidad y la campechanía son sus principales activos políticos. Aunque quizá a nadie le amarga un dulce verse a sí misma en el ¡Hola! o en las farolas convertida en su propia hija. Lo contrario, recorrer las calles contemplando su retrato al natural resultaba algo incómodo. Aunque tal vez sólo se ha tratado de un exceso de celo de sus colaboradores en sacar lo más guapa posible a su jefa.
El candidato del PSOE a la Comunidad, Tomás Gómez.
De momento, el PP le da un baño al PSOE en Madrid, tanto en las encuestas como en el fotoshop. Al lado de la técnica del 'sfumato' aplicada a los carteles de los candidatos del PP, el rostro anguloso de Tomás Gómez, la naturalidad barbada de Lissavetzky o la foto carnet de Ángel Pérez parecen salidos de cualquier tienda de chinos.
Jaime Lissavetzky, candidato del PSOE a la Alcaldía de Madrid.

El candidato de IU a la Comunidad de Madrid, Gregorio Gordo.

Imagen antes y después del cartel electoral de Ángel Pérez.
Extraído de El Mundo (Lucia Méndez)

viernes, 13 de mayo de 2011

Miénteme... Esperanza Aguirre y Tomás Gómez

Prometen y prometen pero... ¿nos dicen la verdad? Rafael López, director del Club del lenguaje no verbal, y José Rúas, autor del libro 'Manual del candidato electoral', analizan a nuestros políticos durante la campaña electoral.

Esperanza Grande de las 'Españas'
A juego con la escena se muestra la representante del equipo de blanco y azul, en medio del mar de banderas del PP de Madrid, ofreciendo una imagen más acorde con las exigencias propias del cool televisivo (calma, suave, simpática), que su adversario. El socialista y los socialistas («esos socialistas») a los que Esperanza Aguirre prefiere criticar de forma general, sin citarlos, para no darles más protagonismo del que las encuestas de Madrid señalan. Esperanza Aguirre, también de Gil de Biedma, la Grande de España (de la que no está «dividida», como dice en su mitin), de guante de seda, sonriente, cercana y campechana con su pueblo, pero con mano —y lengua— de hierro.

'Espe', la del diccionario de epítetos, capaz también de romper ese ratio de tres palabras positivas por cada una negativa cuando se trata de criticar a «esos» socialistas «que han empobrecido, han dividido, han despreciado y han estropeado» España, con su «sectarismo, su demagogia y su irresponsabilidad». La ex ministra de Educación que recita la lección de forma pausada y de memoria, estirando las palabras («el balaaance de estos años de gobierno socialista eeesss.»), con ritmo de chasca de escuela, cual inocente niña que recita el verso de su retahíla en el mes de mayo, que es de elecciones pero también de María. Así es de frente la candidata del PP, que mira a un lado cuando habla de Rajoy y de que estas elecciones tienen que ser un paso decisivo para llevarlo a La Moncloa. Simple y llanamente Esperanza, también Grande de España, de una... o las dos, que estamos en campaña.

Tomás Gómez, a golpe de puñoSe trata de una intervención en crescendo tanto en ritmo como en intensidad. El candidato socialista es el tercero en intervenir, después de José Cepeda, caracterizado por el empleo del humor y la ironía, y Jaime Lissavetzky, de ritmo tranquilo y reflexivo. Todos ellos a juego y en sintonía con el escenario: chaqueta oscura (más informal en el caso del siguiente orador, Felipe González) y camisa blanca. Gómez comienza de forma tranquila y se observa bien entrenado en el control de sus gestos: acompañando con los dedos la cuenta de sus enumeraciones, señalando hacia atrás (el pasado) cuando se refiere al Partido Popular, o estirando ambos brazos y abriendo las palmas de las manos, un gesto que indica sinceridad y franqueza —aunque hay que observar los tiempos—, cuando acusa a sus adversarios de mentir.

En líneas generales presenta una buena coherencia entre su comunicación verbal y no verbal, salvo en alguna pequeña muestra de impresión visual, de sonrisa un tanto forzada y tensa (labios demasiado estirados y boca entreabierta mostrando los dientes). Pero la curva ascendente en el ritmo y tono de su intervención se desborda, llegando incluso a chillar (incluido un desafinado «Madrid»), acompañado por un semblante de rabia contenida. Beligerancia en la lucha dialéctica y gestual de quien cambia por unos instantes la rosa por el puño (cerrado, pegado al cuerpo y hacia arriba, en señal de defensa), golpeando con intensidad propia de quien llama a la movilización de los suyos.

Extraído de El Mundo (por María Jesús Hernández y Virginia Hernández)

domingo, 27 de marzo de 2011

España: ¿Por qué manda Botín?

De Emilio Botín conocíamos sus aptitudes para alcanzar una riqueza material inmensa. Ha hecho que un banco con nombre de pequeña ciudad española circule a toda velocidad por los circuitos de todo el mundo o colgar su bandera en algunos de los más ignotos puntos del planeta.  

Ahora, si analizamos gráficamente las imágenes de la reunión de Moncloa entre Rodríguez Zapatero y el G-45, veremos cómo un solo hombre es capaz de acaparar portadas en una reunión de los principales empresarios del país con el presidente del Gobierno.  

Analicemos, pues, su destreza en la comunicación visual. Un terreno, en el que hay que reconocer sus méritos, o los de su equipo, que consigue posicionarlo de una forma destacada en los escenarios más diversos. Su figura no destacaría en un caso corriente. Pero en Botín eso no es un problema: sabe situarse frente a las cámaras demostrando que quién manda es él.  

Analicemos alguna de las fotografías que muestran quien es este hombre en la imagen y por qué no se alcanza ese estatus de una forma casual. ¿Cómo destacar hasta monopolizar la información gráfica de una reunión de casi cincuenta empresarios y banqueros con los máximos cargos del Gobierno? 

Foto: Alberto Di Lolli

Emilio Botín baja del coche en una fotografía con varios mensajes: tirantes y corbata con el color corparativo, dinamismo caminando con paso seguro y poniéndose la americana como quien sale de casa para ir a la oficina. Aunque a la reunión acudían otras figuras con un poder similar, ninguno de ellos ha logrado acaparar tanto espacio gráfico en las páginas de los medios, gracias a esta fotografía. 

El banquero ya demostró su destreza ante las cámaras cuando acudió a declarar a la Audiencia Nacional en 2007, por el Caso de las cesiones de crédito. 


Foto: Diego Sinova
La mayor parte de quienes llegan a los tribunales aparcan su coche con chófer en la misma puerta, muestran la tensión en su rostro y se rodean de guardaespaldas que hacen grandes aspavientos. En cambio, Botín llega caminado, solo y sonriente. Es de suponer la seguridad que le rodea, pero no se deja ver. La imagen transmite la serenidad de alguien que está diciendo: no tengo nada que temer ni que ocultar. Batalla de la imagen ganada. 
Veamos otro episodio. Cómo demostrar en una foto quién manda en el país. ¿El presidente del Gobierno? Esta foto dice no. 

Foto: Bernardo Rodríguez/Pool/Efe

Botín, sentado frente a José Luis Rodríguez Zapatero durante la visita de éste a la Ciudad Financiera del Santander, en Boadilla del Monte (Madrid).  
Frente a un presidente inclinado hacia adelante, como recibiendo una lección, con el cuerpo tensado, sonriendo artificialemente, Botín aparece con postura relajada, los pies cruzados y gesticulando.

El banquero ha colocado su chaqueta en otra silla, mientras que el leonés la ha dejado sobre la suya como si estuviera en los postres de una boda de segunda división. Ambos aparecen como un profesor dándole una lección a un muchachito llegado de provincias. 

A la vista de la imagen, está claro cuál de ellos tiene más poder, al menos en cuanto a imagen. 

Extraído de El Mundo (Blog de Ángel Casaña)

miércoles, 27 de octubre de 2010

El 'cara a cara', gesto a gesto

A veces, un gesto vale más que mil palabras, y el refrán es aplicable también a los políticos.

Alfredo Pérez Rubalcaba y Soraya Sáenz de Santamaría, portavoces de Gobierno y oposición, se han estrenado en la sesión de control en el Congreso con el primer 'round' de la larga serie de duelos verbales que nos quedan hasta el final de la legislatura.

Ambos son expertos en estas lides y conocen bien el terreno que pisan. "Las sesiones de control tienen un formato muy estricto y unos tiempos marcados que restan fluidez al debate", explica Rosa Matías, consultora de comunicación y coach ejecutiva. Sin embargo, siempre se puede leer entre líneas, y la directora de proyectos de Wellcomm ha analizado el lenguaje corporal de este primer 'cara a cara' para ELMUNDO.es.

Punto de Partida
Sáenz de Santamaría: Trasmite enfado y dureza en sus intervenciones. A pesar de que mantiene una media sonrisa, sus gestos con las manos refuerzan una actitud increpadora. Quizá se deba al hecho de que en algún momento se le acusó de "blandita" y también porque quizá intenta parecer mayor.

Pérez Rubalcaba: No muestra emoción en sus respuestas, tiene un gran control y dominio del lenguaje corporal. Utiliza la ironía con frecuencia y la sonrisa para trasmitir calma y seguridad.

Vestuario
Sáenz de Santamaría: Soraya es una mujer joven y hace bien en no resignarse al traje de chaqueta. Tiene un estilo poco marcado y se cuida en llevar complementos no muy llamativos y un peinado informal que completan un estilo más 'casual' adecuado a su edad.

Pérez Rubalcaba: Se abotona la chaqueta (casi todos los varones lo hacen): es señal de que están preparados. En concreto, sólo el primer botón, como cerrando esa coraza protectora que encarna la prenda. Nunca luce corbatas ni camisas estridentes, cuidando cualquier detalle que pueda distorsionar su imagen a través de la pantalla de televisión.

Puesta en Escena
Sáenz de Santamaría: Un detalle importante es que no usa papeles, no lee sus intervenciones. Vocaliza mucho, quizás demasiado, para obligarse a hacer un discurso pausado. La portavoz del PP utiliza muy bien las manos para puntualizar y reforzar sus frases. Casi siempre se apoya en el micrófono, lo aferra, lo que denota una cierta inseguridad y una actitud defensiva. Sin embargo, en esta ocasión, probablemente por los nervios, en la última réplica olvidó subir el 'micro' y no se le oía bien. La reacción fue rápida y certera: Con un "no importa lo alto, sino lo claro", Saenz de Santamaría recuperó el terreno perdido, se volvió a poner en posición.

Pérez Rubalcaba: Cada vez más usa las palmas de las manos hacia delante, proyectando una imagen de transparencia y cercanía. Utiliza bien los silencios y el discurso pausado. En esta ocasión no ha hecho gala de su habitual ironía frente a Sáenz de Santamaría, aunque ha aprovechado para ningunear a la portavoz del PP y dirigir su discurso a Rajoy. Cuando escucha, en especial después de la réplica y la contrarréplica, ha hecho muchos gestos. Su lenguaje corporal es muy expresivo, se muerde el labio, se toca la barbilla; gestos que indican cierta inseguridad o duda, que está a punto de tomar una decisión. Cuando habla, va al grano. Parafraseando a un 'tuitero': @Be_Agua: #rubalcaba es capaz de dar respuestas sin calificativos y que caben en un tweet #congresofacts

Extraído de El Mundo (Olalla Novoa Ojea)